A pesar de los retos que enfrenta la transformación digital en México, principalmente en el ámbito de infraestructura para la conectividad, la industria 4.0 en el país avanza a un ritmo constante. Una muestra de ello ha sido la modificación forzosa de las operaciones de gran parte de las empresas debido a la reciente pandemia por COVID-19, viéndose obligadas a responder ante este desafío para garantizar la continuidad de sus operaciones.
A la par de las modificaciones que requiera la estrategia comercial de una empresa que se encuentre migrando a dicha transformación digital, se deben tener presentes las consideraciones fiscales que surgen de aplicar los nuevos modelos de negocio. Al cambiar aspectos tan esenciales como, por ejemplo, la cadena de abastecimiento, se puede presentar una repercusión en las obligaciones fiscales que conlleva. Sin mencionar las regulaciones aplicables en materia laboral que se modifican de acuerdo con la modalidad de trabajo y que pudieran repercutir en las finanzas de la organización en forma de multas, en caso del incumplimiento de las obligaciones fiscales.
En este sentido, la planeación para formar parte de la industria 4.0 debe ser integral, involucrando a todas las áreas que componen a la empresa y no solamente a las operativas. La participación de los principales tomadores de decisión que componen el organigrama de la organización es esencial para detectar las necesidades que se deberán cubrir en capital humano y su capacitación, infraestructura y su mantenimiento, además de, por supuesto, en materia financiera y fiscal.
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