
Una auditoría financiera es un proceso sistemático para evaluar si los estados financieros de una empresa son razonables y cumplen con las normativas contables aplicables.
Se divide en tres fases principales:
En esta etapa de la auditoría financiera, el auditor entiende el negocio, evalúa los controles internos de la empresa, identifica los riesgos de errores importantes (incluyendo el riesgo de fraude) y define la materialidad (qué tan grande debe ser un error para ser significativo).
Con esta información, se diseña el plan de auditoría.
Aquí se recopila evidencia mediante diversas técnicas, como pruebas de controles internos y pruebas sustantivas (inspección de documentos, confirmaciones externas, análisis de datos). Todo el trabajo y los hallazgos se documentan cuidadosamente.
El auditor evalúa la evidencia para formar una opinión sobre la razonabilidad de los estados financieros. Esta opinión se plasma en el informe de auditoría financiera, que puede ser “limpio” (sin salvedades) o contener modificaciones si hay problemas. También se comunican las deficiencias encontradas a la gerencia.
Las NIA establecen los principios y procedimientos que los auditores deben seguir. Algunos componentes y conceptos fundamentales según las Normas Internacionales de Auditoría son: